miércoles, 9 de agosto de 2017

Caminar bien acompañados

Cuántas veces habremos oído decir o, incluso, nos habrán dicho a nosotros que es mejor «estar solo que mal acompañado». No seré yo quien le quite su valor a esta frase que reconozco contiene una buena dosis de sabiduría. Pero… prefiero fijar mi mirada en la vertiente positiva y, por tanto, reformular la frase, creo que con la misma base de sabiduría, para así poder decir que mucho mejor que estar solo es el ir bien acompañado. 

De ahí, por tanto, la importancia del «compañero de camino». Nos lo muestra en el Antiguo Testamento el Libro de Tobit (o Tobías). Tobit envía a su hijo Tobías a un viaje con una misión concreta y, en apariencia, relacionada tan solo con la economía familiar. Sin embargo, cuando el Espíritu tiene espacio en nuestras vidas y dejamos que nos sorprenda… el viaje tendrá como culmen el matrimonio con Sara, a la que se le han muerto ya siete maridos en el lecho de bodas. Pues bien, Tobías va a hacer el viaje acompañado de un compañero que en realidad es el arcángel Rafael, enviado de Dios, que le ayudará a que los planes salgan bien, aunque sean planes imprevistos porque estamos ante la aventura de vivir. 

Hacer camino acompañado de un enviado de Dios nos puede reportar unas ventajas nada desdeñables: su presencia nos hace presente a Dios, nos aconseja con la sabiduría de Dios, nos aleja del desánimo y el desencanto, de la insatisfacción y la frivolidad… Mi viaje de ocio, de vacaciones, no está inevitablemente destinado, por un guión prefijado, a ser tan solo lo que muestra la apariencia en forma de guión. Dios nos ayuda, por medio de sus enviados, que pueden ser ángeles pero que, habitualmente, son familiares y amigos que nos quieren, acompañan y guían bien. 

En clave cristiana, el gran compañero de camino, el que no puede faltar es Jesús de Nazaret, el Buen Pastor que nos guía por cañadas seguras y nos conduce hasta verdes praderas en las que reposar (Salmo 23). Eso lo saben bien los caminantes de Emaús, que caminaban perdidos y temerosos y, como a Tobías el arcángel Rafael, se les apareció un tercer caminante que resultó ser Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. Así, acompañado de Jesús cuando, por ejemplo, entro en una catedral no soy solo un turista, soy un discípulo seguidor de Jesucristo. En cambio, desde esa misma identidad creyente, declino participar de ofertas turísticas lujosas o frívolas. A ello también me ayuda, junto a Jesús, caminando atenta a nuestras necesidades, su Madre, Santa María del Camino.

Quique Fernández
(Publicado en: Catalunya Cristiana 1975 [2017])

No hay comentarios:

Publicar un comentario