jueves, 1 de diciembre de 2011

El animador bíblico en la Parroquia (1): La Palabra de Dios en los Sacramentos y la oración

Quizá lo primero que debería hacer al empezar este artículo es explicar que es lo que entiendo por animador bíblico. O aún mejor, rogando algo de paciencia al lector, empezaré por lo que no es (aunque muchas veces sea como se presenta). Vamos a ello.

Muchas veces se presenta la animación bíblica como la tarea de animar la Biblia. Permitidme que la sola idea me produzca una sonrisa no exenta de algo de ironía. ¿Pero es que alguien piensa realmente que la Biblia esta “desanimada” o que es poco dinámica y necesita de alguien como yo, como nosotros, para animarla o dinamizarla? ¡Claro que no! Cuando hablamos de Animación Bíblica y de animadores bíblicos, hablamos de cristianos que se dejan animar por la Biblia y que colaboran en que la Biblia anime toda la pastoral. Es decir que es la Biblia la que anima. Parece fácil de aceptar y lógico de entender si en lugar de “Biblia” decimos “Palabra de Dios”. O sea, que es la Palabra de Dios la que me anima, la que nos anima y la que debe animar toda nuestra pastoral.

Pero ¡mira que es fácil decirlo! Pero… ¿y qué podemos hacer en nuestras comunidades parroquiales para que eso, que suena tan bien, sea posible?

Quisiera compartir con vosotros el cómo se puede empezar a colaborar en que la Biblia anime nuestra comunidad parroquial.
Alguno podría pensar que lo primero que hay que hacer es que la parroquia ofrezca catequesis, charlas o conferencias, bíblicas. Y, desde luego, hay que hacerlo. A eso le dedicaremos la segunda parte del articulo. Pero, tan importante como ello, y por lo que yo quisiera empezar, es por redescubrir el que la Palabra de Dios tiene ya en nuestras comunidades una presencia imprescindible de la que no siempre somos conscientes.

La Palabra de Dios está presente en todos los sacramentos de la Iglesia. La predicación en los Bautismos, Matrimonios y, por supuesto, Eucaristías debe acentuarla y remarcarla de tal manera que el primer animador bíblico de la comunidad parroquial debe ser el sacerdote. Pero no sólo él. La animación bíblica debe llegar a la formación de los lectores. Hay textos bíblicos a los que solo se les puede dar sentido con una buena lectura que requiere algo de conocimiento bíblico. La preparación de lectores, por tanto, requiere algo más que saber leer.

Podríamos hablar también, por extensión, de las moniciones anteriores a las lecturas. Se sabe que los hay firmes defensores de ellas y también convencidos detractores de ellas. No es este el espacio para su defensa. Pero sí para apuntar que si se decide apostar por ellas han de cumplir su misión. No se trata de resumir lo que las lecturas nos van a decir. Tampoco de componer una relectura de la Palabra. ¡Dios nos libre! Ni tampoco deben servir como una posibilidad de colar, como quien no quiere la cosa, tres homilías “por el precio” de una. Lo que sí requieren es un buen conocimiento de la Palabra para confeccionarlas. Y, cómo no, también una cierta intuición de quienes y cómo son los receptores de esas moniciones. Y, al igual que las lecturas, también necesitan lectores (monitores) que den sentido a lo leído. Es por ello que parece lógico que tales monitores, al igual que los lectores, se formen en la Palabra de Dios.

Junto a los sacramentos, también en nuestras parroquias tenemos otros momentos en que la Palabra de Dios debe animar a nuestra comunidad. De una manera especial, pienso en la oración. Qué pocas veces pensamos, por ejemplo, en que el Rosario que se reza diariamente en muchas de nuestras parroquias es también una oración bíblica. Sí, ¿o acaso no es Palabra de Dios el Padrenuestro, o gran parte del Avemaría? ¿O no lo son, también, los misterios que se contemplan? Tan solo con hacer una buena lectura de los textos del Evangelio, que nutren y dan sentido al Rosario, ya estaríamos contribuyendo a una buena presencia de la Palabra en un acto diario de la parroquia.

Por supuesto que la animación bíblica requiere también una oferta de Lectura Orante de la Palabra, la Lectio Divina. Será semanal o será mensual… Será del texto del evangelio dominical o lo será de un libro bíblico que hayamos escogido… ¡pero será!  Al principio la oferta puede ser de lo más sencilla. De lo que se trata es de orar con la Palabra. Por tanto no requiere de animadores bíblicos experimentados. Más bien de lo que estamos hablando es de qué el animador bíblico vaya creciendo a la vez que va creciendo la comunidad.

Me permito añadir una experiencia personal muy concreta. Desde hace años ofrezco a mi parroquia la sencilla elaboración de unos exámenes de conciencia bíblicos para las celebraciones penitenciales de adviento y cuaresma. Desde entonces nos han iluminado exámenes de conciencia basados en la figura de nuestra Madre María, en las actitudes de la Sagrada Familia, con los pasajes del Hijo Pródigo o de El Buen Samaritano, con las preguntas que Jesús formula en el Evangelio, con fragmentos de la Carta de San Pablo a los Romanos… Es, simplemente, otra manera de que la Palabra de Dios, la Biblia, anime toda nuestra pastoral.

Quique Fernández