miércoles, 20 de octubre de 2010

La Biblia en la catequesis


«Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la practican» (Lc 11, 28)

La primera catequesis cristiana fue, naturalmente, la predicación de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Y la siguiente, obviamente, fue la predicación de los Apóstoles que, no podía ser de otra manera, se basaba y contenía la Palabra que ellos mismos habían escuchado y acogido.
Siguiendo la inspiración divina escribieron los Evangelios. Nos dicen los biblistas que las diferencias que encontramos entre los Evangelios vienen motivadas, en la mayoría de ocasiones, por la comunidad a la que van dirigidos. Es decir, que en ellos hay una clara e importante intencionalidad catequética.
Con el tiempo, los sucesivos sucesores de los Apóstoles fueron desarrollando esa catequesis y, por tanto, fue configurandose lo que hoy llamamos Magisterio. Ese Magisterio tiene una base bíblica bien sólida pero, a semejanza con un gran iceberg, en muchas ocasiones su presentación, sus catequesis, tan solo muestran, como asomandose, una pequeña parte del fundamento bíblico que lo sostiene.

Vayamos al día a día de nuestras catequesis. ¿En cuanto del tiempo que duran nuestras sesiones de catequesis se utiliza la Biblia, el Evangelio? Perdón, quizá me he pasado con la pregunta. Dejémoslo en ¿En cuántas de las sesiones utilizamos el Evangelio? Quizá todavía se las trae la preguntita. Tal vez sería más fácil así: ¿En nuestra catequesis utilizamos habitualmente el Evangelio?
Desde la teoría solo debería caber una respuesta afirmativa. Fijémonos en lo que subrayó Juan Pablo II hace ya treinta años en la exhortación Catechesi Tradendae:
«La catequesis ha de estar totalmente impregnada por el pensamiento, el espíritu y actividades bíblicas y evangélicas a través de un contacto asiduo con los textos mismos» (nº 27)

¿Contacto asiduo con los textos mismos?
Un mínimo conocimiento de muchos de los que han pasado por muchas de nuestras catequeis (me refiero a nuestros compañeros de trabajo, a nuestros vecinos e, incluso tristemente, a muchos de   nosotros), nos lleva a conclusiones muy diferentes de la teoría expuesta.
Algunos de ellos ni han tocado en su vida una Biblia o un Evangelio, la mayoría nunca recibíó formación bíblica y casi todos desconocen a los Profetas o los Hechos de los Apóstoles.
Bueno, bueno... -me contestan- que dos cursos de Comunión no dan para tanto...
Pero ¿y los miles que han pasado por nuestras catequesis de Confirmación?
Es habitual que algunos de mis compañeros de trabajo (no creo que me lean) me pregunten sobre cuestiones bíblicas muy básicas para ellos o para sus hijos. Y lo mismo puedo decir de la mayoría de los padres que traen a sus hijos a catequésis. ¡Y muchos de ellos están confirmados!

¿Es posible, pues, la catequesis sin la Biblia? ¡Decididamente no! Y así de claro lo tenían los primeros cristianos. Dice el libro de los Hechos que Pablo predicaba «basandose en las Escrituras»
(Hch 17,2)
¿Es que acaso se puede predicar, catequizar, de otro modo? Quizá se pueda predicar otra cosa, quizá..pero la fe y el seguimiento de Jesús de Nazaret, desde luego que no.
Merecen la pena las palabras de Gonzalo Espina en su libro «¿Cómo hacer de la Biblia el libro de la Catequesis?»: «La catequesis debe privilegiar la riqueza del lenguaje bíblico (...) Debe poner en contacto con la fuerza comunicativa de los textos mismos, de las propias palabras de Jesús. En los gestos y palabras de Jesús hay una novedad, autoridad, provoción, firmeza, ternura, autenticidad, evocación, penetración, pedagogía...insuperables»
Ni podemos ni queremos sustraer al hecho catequético lo «insuperable» de contar con las propias palabras de Jesús. Lo contrario sería predicarnos a nosotros mismos.

Cuando me comentan desde diferentes comunidades que ellos ofrecen la Misa Familiar una vez al mes, no puedo por menos, aún a riesgo de granjearme alguna antipatía, que preguntar por qué rebajan a los niños a una 2ª división.
Pues bien, lo mismo me ocurre cuando parece que no hay espacio para la Biblia en las catequesis de niños. Se aducen, casi siempre, motivos de carácter sociológico. A mí me pesan más las respuestas que encuentro en la misma Palabra de Dios.
San Pablo, en la 2ª carta a Timoteo le recuerda: «y desde la infancia conoces las Escrituras». Claro que sí!, las mismas que aprendió Jesús en Nazaret, las mismas que aprendió su Madre María y que bien demuestra con el cántico del Magnificat (reescribiendo en clave de Evangelio el cántico de Ana)
Y también me he creído a nuestro último Concilio Provincial Tarraconense (1995) cuando en sus Resoluciones nos dice: «Se distribuirán los contenidos del mensaje bíblico en cada uno de los diversos procesos de la catequesis -niños, jóvenes y adultos»

Y digo yo que si San Pablo, Juan Pablo II o el último Concilio Tarraconense nos lo proponen...¡Es que será posible! Lo que pasa es que, al igual que toda la labor evangelizadora, Dios la ha puesto en manos de nosotros y, de alguna manera se puede decir que, por tanto, está en nuestras manos que sea posible.
Un par de pistas, para hacerlo posible, nos las brinda Gonzalo Espina en su libro:
1. «El primer paso para que tú seas un catequista que coloca la Biblia en el centro de la Catequésis es que la Bíblia sea para ti el libro más leído, más meditado y más orado.»
2. «La Biblia se lee en y con la Iglesia. El libro de los Hechos nos muestra cómo la lectura se hacía en comunidad, presidida por los Apóstoles y asistida por el Espíritu.»

Ojalá estas líneas sirvan para que nos interroguemos sobre el lugar que ocupa la Palabra de Dios en nuestras catequésis. Bien es cierto que estas reflexiones tan solo abordan el qué hacer sin disponer de espacio para el cómo hacerlo. Eso puede ser tema para otro artículo pero, mientras tanto, también puede ser objeto de diálogo en nuestras reuniones de catequistas.

De lo que no hay duda es de las consecuencias a las que nos lleva predicar, catequizar, con la Escritura. Nos lo dicen los primeros discípulos: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24, 32)


Quique Fernández
Animador bíblico y catequista

miércoles, 6 de octubre de 2010

Al partir... PASIÓN POR LA PALABRA


 Sueño una primavera florida de la Palabra, aquí y allá.

El alpinista es quien conduce su cuerpo allá donde sus ojos sueñan.
 Gaston Rebuffat
Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí.
 José Martí

0. iNTRODUCCIÓN: LOS OCHOMILES DE LA ABP.

De entrada tres pequeñas  historias:

a)      En julio de 1999, como quien dice en el siglo pasado, Vicente me decía respecto a la Animación Bíblica de la Pastoral (ABP) que quería comenzar en Barcelona y Cataluña: “te vas a quedar en el paro y te vas a morir de hambre”. Ese fue su pronóstico y desafío.

b)      Septiembre de 2010, once años después, en la Asociación Bíblica Española (ABE) se tenía en Valladolid un Seminario coordinado por nuestro querido amigo Javier Velasco Arias sobre “Biblia y Pastoral”, otra manera, más abreviada, aunque más imperfecta, para decir Biblia y Animación Bíblica de la Pastoral con unas catorce o quince personas de toda España.
Entre esas dos historias hay once años de trabajo en Equipo con mucha gente, de muchos lugares, centros teológicos, parroquias, grupos de aquí y de allá… Se han movido muchas teclas en las Jornadas de la Asociación Bíblica de Cataluña, en la ABE, en el CEP, solamente por citar tres lugares específicos. Ha habido que remover y roturar muchos campos, despertar muchas semillas sembradas por el Espíritu de Jesús mientras nosotros dormíamos (Mc 4,26-30) o pensábamos o soñábamos… nuevos campos de evangelización y animación bíblica.

c)      Al partir para Fortaleza (Brasil), quisiera contaros una historia que me emocionó mucho y que puede explicar de alguna manera los motivos por los que parto y voy a la misión, y a qué me voy a dedicar…, haciendo tanta falta aquí de brazos y ganas de trabajar… como me han dicho más de cuatro veces en estos últimos meses. 

Es la historia de un amigo que me impresionó mucho con su reportaje intentando la escalada de un pico de más de ocho mil metros de altura: Jesús Morales. Durante el reportaje, viendo la belleza, la fascinación, la fuerza de voluntad, los esfuerzos y los riesgos sin número me pregunté cien veces: Por qué una persona arriesga su piel por una meta así… Con esto no quiero decir que yo me vaya a hacer alpinista o que corra los riesgos de los alpinistas de alta montaña. Simplemente de que la Misión encierra una serie de riesgos… y muy bien me lo recordó mi compañero Heitor apenas bajé del avión el 6 de marzo de 1989 al llegar a Salvador. Sus palabras de bienvenida tenían un timbre especial: “Escoge la muerte con la cual quieres morir”. Su lacónica frase fue seguida de otra no menos misteriosa: “El silencio es también una respuesta en la Bahía”.

Gracias a Dios, después de once años en Barcelona, no vuelvo a Salvador, ahora me voy a Fortaleza, a crear un Centro de Espiritualidad para la Justicia y la Paz para Jóvenes, a unos miles de kilómetros más al norte, con cerca de tres millones de habitantes y cientos de desafíos.


1. DESPERTAR LAS SEMILLAS DE LA PALABRA

En esta década por Cataluña y España he descubierto que hay millones de semillas escondidas, sembradas en el terreno de cada corazón humano.  Muchas de ellas esperan que llegue una lluvia suave que las haga despertar, las llame por su nombre y se abran al tesoro de la Palabra que anida en el corazón de cada persona.

Hemos roturado campos amplios, y cruzado por caminos nuevos, ensayando métodos y espacios creativos para que las Semillas del Verbo (S. Justino) aniden, arraiguen y den fruto abundante en la vida pastoral y evangelizadora de las comunidades.

2. AFIANZAR EL PROCESO DE INICIACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN BIBLICA

El proceso de conocimiento de la Biblia ha dado saltos de gigante en estas últimas décadas en algunos continentes, por ejemplo, en América Latina. En Europa, incluida España, se han dado también pasos significativos; tenemos que reconocerlo con alegría, aunque queda mucho por hacer en el conocimiento y profundización de la Biblia, de la Animación Bíblica de la Pastoral, en la Formación científica y sistemática de los Animadores Bíblicos, en “creer” en los Animadores Bíblicos y en “crear” nuevos métodos de Animación Bíblica de toda la Pastoral.

En el Seminario de Biblia y Pastoral, tenido en las Jornadas de la ABE de Valladolid este mismo año, aparecieron métodos diferentes, acercamientos diversificados ante la Palabra de Dios de los puntos más variados de la geografía española: Santander, Vigo, Valencia, Madrid, Sevilla, Palencia, Bilbao, Huelva, Barcelona... Eso es una riqueza que hay que seguir potenciando, al mismo tiempo que se perfecciona nuestro propio método. El conocer otros métodos de lectura de la Palabra de Dios enriquece nuestro punto de vista y nuestra manera de acercarnos al tesoro inmenso de esa Palabra que supera toda descripción.

El seminario de Biblia y Pastoral ha sido el logro de muchos años de “incordiar” en todas las Jornadas de la ABE sobre la necesidad de la Animación Bíblica de la Pastoral como tarea de biblistas expertos y como una dimensión que no se puede dejar de lado, pues la Palabra de Dios y la tarea del exegeta no ha cumplido su cometido si no llega al corazón de los oyentes de la Palabra. Pablo VI lo resalta claramente: “la fidelidad a la Palabra Encarnada exige también fidelidad al hombre moderno que hoy escucha el mensaje”.  “La fidelidad al hombre moderno es exigente y difícil, pero es necesaria, si se quiere ser fiel al mensaje hasta el final” (Pablo VI a los exegetas italianos[1]).

3. LA BIBLIA, LIBRO DE CABECERA DE TODA LA PASTORAL

Ha caído en mis manos un folleto que lleva por título: “La Biblia nuestro mejor libro”. Me ha parecido genial el título y su mensaje y también la presentación de dicho folleto.
a)      Toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento: Este mensaje es altamente  recomendado para católicos que se olvidan de leer y descubrir el Antiguo Testamento, pensando que con el Nuevo ya tienen bastante. Leer a este respecto el Documento de la Pontificia Comisión Bíblica, de 1993: La interpretación de la Biblia en la Iglesia.

b)      Toda la Biblia para animar toda la Pastoral y todo tipo de pastoral: Tenemos miedo de usar la Biblia en la catequesis, en la pastoral, en la teología… Aunque el Concilio Vaticano II ya nos recuerda que la Palabra de Dios debe ser el alma de toda la teología, en la realidad queda todavía como asignatura pendiente y mucho más si queremos que la Biblia sea el alma, la savia vitalizadora de toda la Pastoral.

c)      Talante caleidoscópico de la Palabra de Dios

La Biblia, subrayan Severino Croatto y Milton Schwantes, guarda siempre por mucho que se la conozca: una reserva de sentido, algo nuevo, inédito y que nos puede llenar de fascinación, encanto  y sorpresa.
1.      Palabra - Creadora: Gn 1,1-2,4
2.      Palabra - Liberadora: Ex 2,23-25; 3,1-18.
3.      Palabra- Brisa suave que templa el alma (Elías): 1 Rs 19,12-13.
4.      Palabra - Manantial de gozo y alegría: Jr 15,16; Sl 1,2; 119,16.24.47.70.77. 92.143.162.174.
5.      Palabra - Fuego ardiente  inextinguible en el corazón:  Jeremías 20,7-10
6.      Palabra - Hambre y sed de la Palabra en Amós: 8,11 (Jn 4,34); y su pasión por la Justicia[2] (5,24).
7.      Palabra - Devorar la palabra para profetizar: Ez 2,8-3,3; Ap 10,8-11,13.
8.      En tu Palabra echaré las redes: Pedro: Lc 5,1-11.
9.      La palabra - Semilla que da fruto abundante y perseverante: Lc 8,1-15
10.  La Palabra - hace arder el corazón y pone en pie de testimonio y misión: Lc 24,13-36.
11.  La Palabra y el Espíritu dinamizan la misión hasta los confines de la tierra: Hch 1,8; 4,29.31; 6,2.4.7; 8,4.14.25; 10,36.44; 11,1.19; 12,24; 13,5.7.26.44.46.48.49; 14,3.25; 15,7.35.36; 16,6.32; 17,11.13; 18,5.11; 19,10.20; 20,32; 28,31.
12.  Sólo tú tienes palabras de vida eterna: Jn 6,68-69.

En la Escuela de Animación Bíblica creemos que la Biblia debe ser el libro de cabecera de todo Agente de Pastoral: laicos, religiosos, catequistas, liturgistas, sacerdotes, obispos...

4. A MODO DE CONCLUSIÓN: Seguir leyendo y explicando la Biblia (Hch 8,26-40) y seguir CONTANDO la Historia de Jesús y como hacía Jesús (Lc 24,1-49).

Recomendar a continuar leyendo la Biblia no es nada original, pues se va haciendo de las más variadas formas, desde hace muchos siglos, por ejemplo, desde el Eunuco de Candaces (Hch 8,26-40) y también nos muestra la necesidad de “explicación” (Ne 8; Lc 24,13-35). Leer la Biblia es el primer paso en el proceso de interpretación y comprensión de la Palabra de Dios. Tenemos también la necesidad de ser guiados, orientados  en este camino para poder sacarle todo el jugo a la Palabra de Dios.
Y para aclarar una vez más el porqué me pongo en camino y parto para la misión, valgan unas frases de un pequeño poema[3] que aclaró a mi sobrino José María porqué estaba yo en Brasil de misionero:
Yo parto para contar historias como Jesús,
que revelan el Amor del Padre (Jn 1,18),
encantan a los niños y a los ancianos,
y despiertan a los jóvenes y a los adultos.
Si quieres... ¡Ven!
Serás feliz.
Y mucho más...
¡Harás felices a mil!”

Sí, seguimos, con alegría, audacia y perseverancia, contando historias que cambian el corazón (Lc 15,1-32) y hacen soñar a los hombres y mujeres de hoy como aquel Peregrino hizo arder el corazón de los peregrinos que se dirigían a Emáus, les explica las Escrituras, les parte el pan y se ponen en pie de misión y testimonio hasta los confines de la tierra (Lc 24,13-49).

·                 Y a los Animadores Bíblicos ante las tareas y desafíos que les tocará enfrentar y ante las alegrías de anunciar la Palabra de Dios, una última palabra con un poema de León Felipe: ¡QUÉ OS GUÍE DIOS!

¡Oh pobres versos míos, hijos de mi corazón
que os vais ahora solos
y a la ventura por el mundo...
que os guíe Dios! ...
¡Que os guíe Dios!...
y Él que os sacara de mi corazón
os lleve de corazón en corazón.
León Felipe

Y por lo demás, como he comentando con alguna persona, lo que hasta ahora no  hemos logrado hacer, porque no hemos sabido, no hemos podido o no hemos tenido posibilidades… os los dejo como HERENCIA, para que vosotros y vosotras lo vayáis realizando movidos por el Espíritu de Jesús que os ayudará, día tras día, en vuestra tarea y misión (Jn 14,26; Lc 12,11-12; Hch 1,8).


Web: Palabra En Camino:  http://www.combonianos.com/


[1] Carlos Mesters, Flor sem defesa. Uma explicação da Bíblia a partir do povo, Petrópolis, Vozes, 1991, pp. 80 y 115.
[2] Benedicto XVI subrayaba el 12 de octubre de 2005, en la audiencia de los miércoles, comentando el Salmo 121 que: “la religión bíblica no es abstracta ni intimista, sino que es levadura de justicia y de solidaridad”.
[3]  El poema sirvió de recordatorio  para actualizar los correos electrónicos.