lunes, 28 de febrero de 2011

Y la Palabra de Dios acampó en la redes virtuales


Los textos de la Biblia, todos ellos, tienen una larga historia. Algunos de sus libros han sido escritos hace ya más de tres mil años y los más recientes rondan los dos mil. Las tradiciones orales de las que nacieron aún son, en la mayoría de casos, bastante más antiguas. Fueron transmitidos, han llegado hasta nosotros en papiro, pergamino, códice, manuscrito, libro impreso, etc., según la época en que fueron escritos y después copiados.

Es obvio que en la era de la tecnología, de Internet, de la telefonía móvil… los soportes en los que puede ser consultada, leída, meditada, estudiada, compartida la Palabra de Dios sean múltiples y no se agote en el clásico del libro de papel. De hecho, aunque nos parezca que es algo de siempre, el libro tal cómo lo conocemos actualmente es un invento relativamente reciente; como todos sabemos se remonta al siglo XV, con la invención de la imprenta moderna, por parte de Johannes Gutenberg. La primera Biblia impresa nació en 1450, aunque las primeras copias no estuvieron disponibles hasta los años 1454-55. Y el libro-papel ha sido, y sigue siendo desde ese momento, el soporte prácticamente exclusivo de la información escrita. Los medios de comunicación audiovisuales han coexistido, durante años, a su lado, pero nunca le han hecho sombra, al menos para cuestionar seriamente su sustitución, ni siquiera parcial.  

Asistimos actualmente a un cambio sustancial. Hoy en día es posible encontrar formatos de Biblia digital o por Internet compatibles con los sistemas operativos de cualquier ordenador, con búsquedas «inteligentes» e infinidad de funciones diversas; algo similar encontramos ya para lectores de e-books (libros electrónicos); agendas electrónicas, notebooks, tablets, móviles, etc. (continuamente aparecen nuevos dispositivos electrónicos con más posibilidades). Curiosamente unos textos escritos hace tantos siglos, como comentábamos al principio, siguen abriéndose paso, continúan siendo actualidad en la era de las nuevas tecnologías. Y esto es una buena noticia para los que consideramos que la Biblia es mucho más que una colección de libros antiguos, es Palabra de Dios. Lo que nos importa, como entusiastas de la Biblia, no es tanto si estos nuevos soportes sustituirán, con el tiempo, al libro clásico o coexistirán más o menos pacíficamente, sino que aportan nuevas posibilidades para que la Palabra de Dios llegue a un número mayor de personas, para que la Biblia sea más conocida, orada, estudiada, compartida y amada.

Aunque las posibilidades que aportan las nuevas tecnologías no se agotan con la publicación de los textos sagrados en los nuevos soportes, si bien estos permiten lecturas y búsquedas de citas o temas casi impensables en formato papel. Las oportunidades de proclamar, de comentar, de transmitir esa Palabra de Dios son casi infinitas. Joan-Andreu Rocha Scarpetta, afirma: «La Era Virtual significa una nueva etapa en la comunicación humana. Implica un paso del contenido al sujeto y una superación del tiempo y del espacio» (Conferencia «La Transmisión de la Fe en la Era de Internet: Cómo las Religiones Afrontan la Era Virtual», ISCREB Barcelona, 27-11-2010). Internet, la era virtual o digital abren un campo inmenso de potencialidades. A cuantos sujetos puede llegar el mensaje a través de este nuevo «areópago», que no podemos obviar, sin caer en el peligro de que grandes capas de la población no les llegue la Palabra de Dios de otra forma y de que las nuevas generaciones no «escuchen» el mensaje.

Benedicto XVI se hace eco de esta inmensa oportunidad de proclamar la Palabra de Dios en medio de este mundo digital o virtual de las páginas webs, de los chats, de los blogs, de las redes sociales, donde no debemos, no podemos estar ausentes: «deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24-1-2011).

La Palabra de Dios, precisamente por ser eso Palabra de Dios, se hace presente en la vida humana, en todos los aspectos de la vida humana. Al hombre y a la mujer de hoy nos ha tocado vivir en un mundo en que las nuevas tecnologías juegan un papel importantísimo. También aquí se hace presente esta Palabra: la Palabra de Dios también ha acampado en las redes virtuales.

Javier Velasco Arias
http://jvelascoa.blogspot.com/

martes, 15 de febrero de 2011

Verdad, Camino y Vida: Lectura orante con la Palabra de Dios


«Exhórtese a todos los fieles, incluidos los jóvenes, a acercarse a las Escrituras por medio de una "lectura orante" y asidua (cf. DV 25), en modo tal que el diálogo con Dios llegue a ser una realidad cotidiana del pueblo de Dios.»

Las palabras anteriores son la proposición número 22 presentada al Papa Benedicto XVI por el  Sínodo de la Palabra, celebrado en Roma del 5 al 26 de octubre de 2008. No sé si en todos los ámbitos de nuestra querida Iglesia hemos acogido esta invitación. Por otro lado nada novedosa, pues ya la Dei Verbum nos invitaba a ello: «Todos los fieles... acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia, tan llena del lenguaje de Dios; en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones u otros medios, que para dicho fin se organizan hoy y por todas partes con aprobación o por iniciativa de los Pastores de la Iglesia. Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración» (DV 25). Nosotros nos hemos querido hacer eco de todo lo anterior, y os queremos ofrecer un método de lectura orante con la Palabra de Dios. O si lo preferís queremos explicaros desde la espiritualidad de la Familia Paulina una forma de leer y orar con la Escritura que, casi podríamos decir hunde sus raíces en la tradición judía: la lectio divina.

Un poco de historia
           Tal como apuntábamos más arriba, la lectura orante de la Palabra de Dios hunde sus raíces en la religión judía, en la oración en la sinagoga y en la meditación (haga) o relectura de la Biblia propia de los rabinos y sus discípulos.
            Del pueblo judío pasará a los primeros cristianos y a los Santos Padres, aunque habrá que esperar hasta el siglo III para una explicitación. No sabemos mucho de este período con respecto a la lectura orante de la Biblia, recordemos que los cristianos están perseguidos.
            Será Orígenes el primero en acuñar la expresión Lectio Divina (literalmente escribió: Theia anagnosis). El primer testimonio escrito de esta expresión se encuentra en la obra Carta de Orígenes a Gregorio (238 d.C.).
            La Lectio Divina se conviertió más tarde en la columna vertebral de la vida religiosa. En tonro a la Palabra de Dios, escuchada, meditada y rezada surge y se organiza el monacato del desierto. Y está prescrita y organizada en las diversas Reglas del monacato occidental.
            La sistematización de la Lectio Divina en cuatro peldaños tuvo lugar en el siglo XII. Alrededor del año 1150 Guido II, abad de la Gran Cartuja escribió una obra tiulada La Scala Claustralium (La escalera de los monjes). Esta obra, en realidad una larga carta, está dirigida al hermano Gervasio. Es allí donde aparece el primer itinerario sistemático de Lectio Divina, dividido en cuatro peldaños: lectura, meditación, oración y contemplación. A los cuales el autor le asigna una ilustración comestible: masticar, saborear y digerir la comida.
            Es difícil de precisar el momento concreto, pero aconteció que en un determinado período de la historia se produjo una gran paradoja (algo fuera de lo normal). Sucedió lo que Enzo Bianchi ha designado ya con expresión proverbial como «el destierro de la Palabra de Dios». No vamos a entrar aquí en detalles, basta por ahora con que conozcamos el dato. Esta situación se prolongó prácticamente hasta el siglo XX.
            Podríamos decir que un discreto retorno a la Palabra comenzó con la Encíclica Providentissimus Deus (1893) de Leon XIII. A comienzos del siglo XX surgen nuevos brotes de amor a la Biblia y la liturgia. Ambos movimientos el bíblico y el litúrgico a partir de ahora irán de la mano. En Italia comienzan a brotar en 1902, en los años 30 en Alemania aparece la Katolische Bibelwek de Stuttgart, después seguirán otros. Con la publicación de la Encíclica de Pío XII, Divino Afflante Spiritu, en 1943 se da un nuevo incremento y vigor a la Biblia dejando atrás los recelos antimodernistas.
            Pero la verdadero y definitivo retorno a la Biblia y la práctica de la Lectio Divina aconteció sobre todo gracias a la celebración del Concilio Vaticano II. Hoy podemos decir que la lectura orante de la Palabra de Dios tiene plena carta de ciudadanía en nuestra Iglesia y es practicada por muchas comunidades, aunque no todas las que quisiéramos.
            Una de las personas que vivió intensamente esos momentos de cambio y que bebió directamente del movimiento bíblico, fue sin duda el Beato Santiago Alberione, Fundador de la Familia Paulina.
            Ya en la noche que dividía el siglo XIX del XX, tuvo la intuición, siendo joven seminarista, de hacer algo por los hombres y mujeres del siglo XX. Se había empapado totalmente de la doctrina del Papa León XIII, que impulsaba a la lectura y al estudio de la Biblia. Conocía perfectamente la preocupación de Pío X acerca de la falta de una base firme entre los creyentes católicos pues les faltaba el alimento primordial de la eucaristía y la Biblia. Todo esto le llevó a fundar en 1914, la Familia Paulina, que tiene en el centro de su misión la Biblia.
            Pero no quedó ahí la cosa, en 1924, funda la Sociedad Bíblica Católica Internacional (SOBICAIN). Su anhelo no fue otro sino el que en cada familia hubiese un texto de la Sagrada Escritura.
            Aunque su amor por la Biblia no se limitó a su edición y difusión; a sus hijos e hijas nos quiso dejar un gran regalo, enraizado en una honda espiritualidad bíblica, la hora diaria de adoración ante el Santísimo Sacramento, conocida comúnmente en la Familia Paulina como la Visita Eucarística, la cual está articulada en tres partes: lectura bíblica, revisión de vida y dialogo oracional. Al fin y al cabo un método de Lectura orante de la Palabra de Dios.

El método verdad, camino y vida
            Cuando comenzamos a caminar necesitamos de algún tipo de apoyo, la mano de nuestro padre o nuestra madre, gatear, el andador... Lo mismo nos ocurre al comenzar nuestro itinerario oracional con la Palabra de Dios, necesitamos de un método que nos ayude a caminar por esta senda de la oración.
            El método que queremos compartir con vosotros se llama verdad, camino y vida.  No es algo nuevo, hunde sus raíces en la Lectio Divina practicada en el seno de la Iglesia desde los primeros tiempos como hemos podido apreciar en el recorrido histórico. Tal es así que las tres partes de este método se corresponden con las tres partes tradicionales de la Lectio: Lectura, meditación, oración. Pero antes de comenzar a orar con la Palabra, a nuestro parecer, son necesarios algunos preparativos.
            Busca un lugar tranquilo, donde nadie te moleste. Es importante hacer silencio. También es importante el ambiente. Puedes disponer una Biblia abierta, adornada con flores, acompañada por la luz de una vela, un icono... Es decir, preparar el lugar de modo que te invite y ayude a orar.
            Tómate tu tiempo, te aconsejo que dediques a la lectura orante una hora, pero si te resulta demasiado, puedes utilizar media hora. Desde un punto de vista pedagógico y, sobre todo al principio, vamos a dividir cada momento de la Lectura orante en períodos de tiempo de veinte minutos cada uno, si es que le dedicamos una hora, si no pues la mitad. El paso de un momento a otro, sobre todo en la Lectura orante comunitaria, lo podemos señalar con un canto, una oración, una invocación... Nos podemos ayudar de una música de fondo, una canción, una imagen... si lo vemos conveniente.
            Comienza por invocar al Espíritu Santo. Que sea Él quien guíe tu itinerario. Recuerda que la Sagrada Escritura es escritura inspirada. El Espíritu Santo es quien abre nuestro oídos, nuestro entendimiento y nuestro corazón a la Palabra que hoy se cumple ante nosotros. Él es el único que nos puede ayudar a entender mejor el texto sagrado.

a.- Invocación al Espíritu Santo
            Esto puede hacerse de diversas maneras: un canto, una oración, un momento de silencio. Lo importante es que nosotros nos hagamos consciente de su presencia y lo invoquemos para que nos haga comprender el pasaje que vamos a leer y sepamos actualizarlo al  hoy que estamos viviendo, a nuestras necesidades concretas, a nuestro vivir cotidiano.

b.- Verdad. Lectura. ¿Qué dice el texto?
La pregunta a la que tenemos que responder en este primer momento es. ¿qué dice el texto? Para ello es necesaria la lectura atenta, pausada, sin prisa de la Palabra. Podemos leer el texto en voz alta de modo que participen más sentidos. Es el momento de «masticar» lentamente la Palabra, de trillarla, de desmenuzarla. Se hace imprescindible que conozcamos lo mejor posible el pasaje con el que estamos orando.
            Por tanto, lo primero que haremos será enmarcar el dentro de su contexto, para ello leeremos la introducción al libro correspondiente. En ella fíjate en el ambiente en el que se desarrolla: sobre todo el tiempo y lugar en que fue escrito el libro correspondiente, y a qué necesidad concreta del Pueblo de Israel o de la Iglesia hace frente. Lee, también, las notas a pie de página, te ayudaran a entender mejor el texto, por último lee los texto paralelos. Todo ello te dará una visión global del pasaje.
            Vamos a continuar desmenuzando el texto, sin ninguna otra ayuda, mas que la de nuestra Biblia. Yo aconsejo a partir de ahora contar con un lapiz, si es posible bicolor para ir señalando o subrayando algunas palabras o frases del pasaje.
            ¿Es posible estructurar o dividir el texto en partes? Inténtalo.
            Si conoces algo acerca de lo géneros literarios, ¿dentro de que género podemos enmarcarlo? ¿De qué modo debemos leerlo? ¿Cómo debemos entenderlo?
            ¿Hay palabras o expresiones que se repitan? ¿Cuáles? Es posible que no haya palabras que se repitan, pero, ¿encontramos algún sinónimo?
            Si es que aparecen, ¿qué personajes intervienen? ¿qué hacen? ¿hablan? ¿permanecen callados? ¿son destinatarios de una acción? ¿quién o quiénes son los protagonistas?
            Intenta relacionar el pasaje con el resto del libro al que pertenece o con el resto de la Sagrada Escritura.
            Por último, preguntate ¿cuál es la palabra o palabras fundamentales del texto? Subráyala, acógela, tómala contigo.

c.- Camino. Meditación. ¿Qué me dice el texto?

            Pasamos a la segunda parte de nuestro itinerario. Ahora, la pregunta a responder sería: ¿Qué me dice el texto? En este momento concreto de mi vida, en las circunstancias propias que estoy viviendo, en mi propio contexto particular. Ha llegado la hora de «saborear» la Palabra. Tal vez alguna de estas preguntas te puedan ayudar en el desarrollo de esta segunda parte.

§         ¿Qué me dice el texto acerca de mi situación actual? ¿Tiene algo que ver con mi vida?
§         ¿Qué quiere decirme Dios con este pasaje?
§         ¿Qué me dice el texto acerca del comportamiento de Jesús?
§         ¿Qué tengo que cambiar en mi vida para que ésta se asemeje más a la de Jesús?
§         ¿Qué me exige, en concreto, esta Palabra? ¿Qué me pide hoy?
            Y luego para que la Palabra te acompañe durante todo el día puedes utilizar la llamada «rumia». Es decir, toma esa palabra o frase fundamental del texto que tocó tu corazón en la primera parte de nuestro itinerario, y ve repitiéndola durante tu jornada: mientras esperas el autobús, cuando vas caminando por la calle, en un atasco, al hacer cola…

d.- Vida. Oración. ¿Qué le digo a Dios a partir del texto?
            Ya hemos llegado a la tercera y última parte de nuestro itinerario. De la escucha y la meditación de la Palabra es muy posible que surja de forma espontánea la oración de petición, súplica, alabanza, acción de gracias, ofrecimiento, adoración… Esa es tu respuesta a Dios desde la experiencia vivida en este momento de oración.
            Pero la respuesta a Dios no puede quedarse ahí únicamente, la oración ha de llevarnos al compromiso. Por ello, es necesario que asumas un compromiso concreto en tu vida a favor de los hermanos y para que el Reino de Dios y su justicia sea cada vez más una realidad en nuestro mundo.
Conclusión
            Esperamos que este método de acercamiento y oración con la Palabra de Dios os pueda ayudar en vuestra vida. Os recordamos que el Equipo de Pastoral y Formación de la Sociedad de San Pablo está dispuesto a ayudar a las comunidades, grupos, centros de animación, parroquias... por medios de Jornadas Bíblicas en las que se profundiza sobre todo en el conocimiento de la Sagrada Escritura por medio de la lectura orante. Si estás interesado puedes ponerte en contacto con nosotros: vocaciones@sanpablo.es

 Algunos lugares interesantes y que os pueden ayudar:


Además, todos los jueves a las 19:30 hs. en la capilla de la sede de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, Alberto Aguilera, 25 se comparte la lectio divina, este año en torno al libro del Apocalipsis.

Hno. José Ignacio Pedregosa Ordóñez
           SOCIEDAD DE SAN PABLO
Coordinador General de Pastoral y Formación
C/ Protasio Gómez, 15 - 28027 MADRID
                  Tel.: 917 425 113