miércoles, 19 de julio de 2017

Qué gran invento es el descanso

Conforme se acerca el periodo vacacional aparecen los resoplidos propios del calor sufrido, pero también del cansancio acumulado. Estamos ante muchas personas que cinco o seis días a la semana madrugan. Muchos de ellos suman, a las duras horas de su trabajo, las tareas del hogar, el cuidado de los hijos pequeños o de los padres mayores, o de ambos. Los hay que han dedicado muchas fuerzas y esperanzas a encontrar un trabajo que se resiste y que necesitan de forma urgente e imprescindible.

Ese cansancio acumulado tiene una respuesta por parte de Dios. Ya sabemos que Dios siempre tiene para nosotros una actitud y respuesta comprensiva, compasiva y misericordiosa. Pero, además, estamos ante una respuesta pionera. La encontramos en el primer libro de la Biblia, en el Génesis, en su primer relato de la creación, cuando dice «y al séptimo día descansó» (2,2)

Dios «descansa» sin necesidad alguna de descansar y con ese «descanso» nos otorga a nosotros, sus hijos, la legitimidad del descanso a su imagen y semejanza. Podemos decir, pues, sin lugar a dudas y sin tener miedo a exagerar lo más mínimo que Dios inventó el descanso. Incluso, podemos ahondar aún más formulando la siguiente propuesta: de la misma forma que la creación de los seis días anteriores es buena, y así lo afirma el mismo relato en la repetición diaria de «y vio Dios que era bueno», también en la misma línea podemos sostener que Dios no solo creó, inventó, el descanso, sino que además lo creó, bueno. El descanso es bueno.

Pero, cuidado, que la Biblia, el Génesis, no nos dice que en ese séptimo día Dios no hiciera nada. El relato no acaba sin hacernos saber que «y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó». Sirva esto para decir que los relatos bíblicos hay que leerlos enteros para no perder su verdadero significado.

El descanso no consiste en no hacer nada. Ni siquiera el descanso en clave cristiana consiste tan solo en hacer otra cosa. «No hacer...», «hacer...». La cuestión tiene que ver con «vivir», en cómo vivimos el tiempo de descanso, sea un domingo o sean unas vacaciones. Tan solo un detalle más: da gracias a Dios de tu descanso y recuerda que otros, con su trabajo, lo hacen posible. Agradece con tu respeto su trabajo.

Quique Fernández
(Publicado en: Catalunya Cristiana 1972 [2017])

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