Conforme se acerca el periodo vacacional aparecen los
resoplidos propios del calor sufrido, pero también del cansancio acumulado.
Estamos ante muchas personas que cinco o seis días a la semana madrugan. Muchos
de ellos suman, a las duras horas de su trabajo, las tareas del hogar, el
cuidado de los hijos pequeños o de los padres mayores, o de ambos. Los hay que
han dedicado muchas fuerzas y esperanzas a encontrar un trabajo que se resiste
y que necesitan de forma urgente e imprescindible.
Ese cansancio acumulado tiene una respuesta por parte de
Dios. Ya sabemos que Dios siempre tiene para nosotros una actitud y respuesta
comprensiva, compasiva y misericordiosa. Pero, además, estamos ante una
respuesta pionera. La encontramos en el primer libro de la Biblia, en el
Génesis, en su primer relato de la creación, cuando dice «y al séptimo día
descansó» (2,2)
Dios «descansa» sin necesidad alguna de descansar y con ese
«descanso» nos otorga a nosotros, sus hijos, la legitimidad del descanso a su
imagen y semejanza. Podemos decir, pues, sin lugar a dudas y sin tener miedo a
exagerar lo más mínimo que Dios inventó el descanso. Incluso, podemos ahondar
aún más formulando la siguiente propuesta: de la misma forma que la creación de
los seis días anteriores es buena, y así lo afirma el mismo relato en la
repetición diaria de «y vio Dios que era bueno», también en la misma línea
podemos sostener que Dios no solo creó, inventó, el descanso, sino que además
lo creó, bueno. El descanso es bueno.
Pero, cuidado, que la Biblia, el Génesis, no nos dice que en
ese séptimo día Dios no hiciera nada. El relato no acaba sin hacernos saber que
«y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó». Sirva esto para decir que los
relatos bíblicos hay que leerlos enteros para no perder su verdadero
significado.
El descanso no consiste en no hacer nada. Ni siquiera el
descanso en clave cristiana consiste tan solo en hacer otra cosa. «No
hacer...», «hacer...». La cuestión tiene que ver con «vivir», en cómo vivimos
el tiempo de descanso, sea un domingo o sean unas vacaciones. Tan solo un
detalle más: da gracias a Dios de tu descanso y recuerda que otros, con su
trabajo, lo hacen posible. Agradece con tu respeto su trabajo.
Quique Fernández
(Publicado en: Catalunya Cristiana 1972 [2017])
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