“Esperanza”: palabras con las cuales comparte –al menos en
parte– un mismo contenido: Confianza - Deseo (Anhelo) - Fidelidad - Fe -
Paciencia - Presencia del Señor - Promesa - Expectativa - Seguridad - Amor - Perseverancia-
Constancia - Tesón.
“Cada texto tiene su contexto”. Intentaremos exponer alguno
de ellos.
En
hebreo, esperanza se refiere a las
raíces qavah, yahal y batait, que los
traductores expresaron en griego (elpizo,
elpis, pepoitha, hypomeno) o en latín (spero,
spes, confido, sustineo, exspecto...).
La
esperanza, enraizada en la fe y en la confianza, puede entonces desplegarse
hacia el futuro y activar con su dinamismo toda la vida del creyente.
La
esperanza mantiene la paciencia y la fidelidad, cuya expresión mayor, según el
NT, es el amor.
Debemos
tener en cuenta la realidad, de nuestra relación con el Señor, mediante un
diálogo (Revelación, a iniciativa de Él), que se remonta a Abraham (Alianza y
descendencia), al pueblo de Israel (la tierra prometida)… Es decir,
participamos en la economía de la salvación, todo un proceso que
progresivamente se va concretando en la “historia” del ser humano (desde un
origen y hacia un final, en forma lineal).
No
existe una ruptura con el AT, al contrario, continua “el camino”, dando paso a
unos momentos “determinantes” en la historia de salvación.
AT.
LA ESPERANZA DE LAS BENDICIONES Y DONES DE YAHVEH. Si la promesa hecha en los
orígenes a la humanidad (Gn 3,15; 9,1-17) atestigua que el Creador no la dejó jamás sin esperanza; con Abraham comienza la
historia de la esperanza bíblica. El porvenir garantizado por la promesa
de una tierra y una descendencia
numerosa (Gn 12,1s). Durante siglos la esperanza de Israel seguirán siendo
del mismo orden terrenal: “la tierra que
mana leche y miel” (Ex 3,8.17), todas las formas de la prosperidad (Gn 49;
Ex 23,27-33; Lev 26,3-13; Dt 28). Estos
bienes terrestres son para Israel "bendiciones”
(Gn 39,5; 49,25) y "dones” (Gn
13,15; 24,7; 28,13) el Señor se muestra fiel a la alianza (Ex 23,25; Dt 28,2). La
esperanza se funda en una promesa (divina, y por tanto, fiable) que la motiva y
legitima.
La
alianza y la fidelidad inquebrantable de Dios (=el arca, el templo, la Palabra)
Sólo
citaré cuatro momentos cruciales del proceso de expresión de la esperanza:
1. El
nacimiento de Jesús (la navidad, próxima celebración). LA ENCARNACIÓN.
2. Los
elegidos “los pequeños”, aquellos en
los que se centra la esperanza.
3. El
reino de Dios, del Señor, de los cielos.
4. La
doctrina de Pablo sobre la esperanza (1 Ts)
1. LA ENCARNACIÓN.
La
encarnación (“hacerse carne”) Ireneo
(202 dC) la encarnación de la Palabra de Dios
sinónimo àadquirir condición
humana. Concilios de Nicea (325 dC) y Constantinopla (381 dC), creencia en el
único Señor Jesucristo, quien “se encarnó”
y se hizo “hombre”.
Jn
1,14: La palabra (logos) se hizo carne (sarx) y acampó entre nosotros.
Jesucristo
corporeiza en su persona “la Palabra” que viene del Señor y que ya “al
principio” estaba junto a Dios (Jn 1,17: Porque
la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos vinieron
por medio de Jesucristo). Juan diserta sobre el tema.
Israel,
en tiempos de Jesús, esperaba un libertador, un mesías político o social, un
rey descendiente de David, que renovase el esplendor de tiempos pasados, un
revolucionario (jefe militar) que se enfrentase al yugo del Imperio Romano.
“Como descendiente de David según la carne”
(Rm 1,3), “nacido de una mujer y nacido
bajo la ley” (Gal 4,4).
Jesús
da al reino de Dios el primer puesto en su predicación (>conversión). Anuncia la buena nueva del reino (Mt 4,23; 9,35).
El
“reino de Dios” escribe Marcos; “reino de los cielos” escribe Mateo (lenguaje
rabínico). Las dos expresiones son equivalentes.
Con
su venida llega a su fin el dominio del Maligno, del pecado y de la muerte
sobre los hombres: “Si yo lanzo los
demonios por el Espíritu de Dios, ha llegado, pues, a vosotros el reino de Dios”
(Mt 12,28).
Los
apóstoles, reciben la misión de proclamar el Evangelio del reino (Mt 10,7). En consecuencia, después de
Pentecostés “el reino” es el tema
central de la predicación evangélica, incluso en Pablo (Hch 19, 8; 20,25;
28,23.31).
2. LOS PEQUEÑOS.
Metáfora:
“insignificante,
sencillo, sin derechos, despreciados de la comunidad” (ej. “el niño”), la expresión evangélica, citado
tres veces en el discurso de Mt 18,6.10.14.
“Los
pequeños” son el “prójimo” de todo cristiano, aquellos por los cuales Jesús
expresa una máxima atención. Necesitan de la ayuda, la colaboración pues por sí
mismos es prácticamente imposible su
liberación.
Se
lo puede “recibir como un niño” (Mc
10,15). El más pequeño en él es mayor que Juan el Bautista (Lc 7,28). Las
parábolas (hablan en presente)
Hablar
de la esperanza es decir el lugar que ocupa en la vida del creyente “el pasado, el presente y el futuro”, al que están llamados todos los hombres (1Tim 2,4;”que quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad”).
Las
promesas fueron reveladas poco a poco a su pueblo, que no será una realidad de
este mundo, sino “una patria mejor, es
decir, celestial” (Hb 11,16): “la
vida eterna”, en la que el hombre será “semejante
a Dios” (1Jn 2,25; 3,2).
3. EL REINO DE DIOS, DEL SEÑOR, DE LOS CIELOS.
Marcos:
“El tiempo se ha cumplido y ya está cerca
el reino de Dios” (Mc 1,15)
Mateo,
símiles como parábolas del reino de Dios y pone el acento en el carácter
futuro: “Venga tu reino” (Mt 6,10;
Padrenuestro). Como ocurre con la pesca (13,47) y la cosecha (13,36.43), el
reino de Dios llega con la separación de buenos e inútiles (25,31-46) o con la
llamada definitiva a la boda (Parábola de las diez muchachas, 25,1-13).
Lucas
combate la idea de que se pueda calcular cuándo llegará el reino de Dios (parusía), nadie conoce
la hora y que habrá de rendir cuentas.
El
término parusía (Griego: “presencia, llegada”), es el
acontecimiento esperado al final de la historia de los tiempos: la Segunda
venida de Cristo glorificado (1Te 2,19; 3,13; 4,15; 5,23).
En
la Biblia, se menciona en diversas ocasiones, salvo en el Evangelio de Marcos.
Este
porvenir, llamado parusía (Stg 5,8; 1Te 2,19; 3,13; 4,15; 5,23), "día del Señor, "visita”,
"revelación”, parece muy próximo (Stg 5,8; 1Tes 4,13ss; Hb 12, 18ss;
1Pe 4,7) y se muestra cierta extrañeza de que tarde (2Pe 3,8ss). En realidad
vendrá “como un ladrón en la noche”
(1Tes 5,1ss; 2Pe 3,10; Ap 33,3). Esta incertidumbre exige que se esté en "vela” (1Tes 5,6; 1Pe 5,8) con una "paciencia” inquebrantable en las "pruebas y en sufrimiento” (Stg 5,7ss;
1Tes 1,4s; 1Pe 1,5ss).
Mateo
utiliza esta palabra (Mt 24,3.27.37.39). Las cartas pastorales prefieren el
término “EPIFANÍA”. Apocalíptica: un nuevo “eón” (una nueva era)
“AHORA –SÍ-, PERO TODAVÍA NO”: El reino, ya presente, no obstante, todavía futuro. La
esperanza continúa, orientada únicamente hacia la vida eterna (Mt 18,8s), hacia
la venida gloriosa del "Hijo del
hombre…recompensará a cada uno conforme a sus hechos” (Mt 16,27; 25,31-46).
Tensión
en la esperanza, orientada hacia el
futuro, centrada en Jesucristo, en quien se cumplen todas las promesas (2Co
1,20). Jesús mismo se vincula a esta esperanza y la ve cumplida en su actuación
como irrupción del reino de Dios (Mc 1,15; Lc 4,21; 11,20). Es el tiempo
mesiánico de la salvación (Mt 11,5.13; Lc 16,16).
La nueva alianza es, al mismo tiempo, todavía una
alianza de la promesa. En efecto, “la esperanza que ya se ve cumplida no es
esperanza” (Rm 8,24)
La
esperanza determina la actitud básica de toda ética cristiana, da a la acción
cotidiana un objetivo y un valor.
4. LA DOCTRINA DE PABLO SOBRE LA ESPERANZA.
Pablo,
en 1 Te, exhorta a una joven comunidad cristiana a vivir en la esperanza de la
próxima venida de Jesús. La primera carta, el primer documento cristiano que
ha llegado a nosotros en su edición final. Veinte años después de hechos
pascuales.
LA
TRIADA: 1 Te 5,8;”pero nosotros, que
somos del día, debemos estar siempre en nuestro sano juicio. Debemos
protegernos, como con una coraza, con la fe y el
amor; y cubrirnos, como con un casco, con la esperanza de la salvación”
1Te
1,3;”…Sin cesar, recordamos ante dios,
nuestro Padre, qué activa es vuestra fe, que esforzado vuestro amor y qué
firme la esperanza que habéis depositado en nuestro Señor Jesucristo.”
La
esperanza de la resurrección: “El regreso del Señor”; 1Te 4,13-18:”Hermanos, no queremos que ignoréis lo que
ocurre con los muertos. De este modo no os entristeceréis como los que no
tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también
creemos que Dios resucitará juntamente con Jesús a los que murieron creyendo en
él.”
La
gloria coronará “la constancia en la
práctica del bien” (Rm 2,7).
La
libertad humana es frágil (Rm 7,12-25).
¿Puede el cristiano verdaderamente esperar
tomar parte en la herencia prometida? (Col 4,24) Puede y debe, como
Abraham, “esperar contra toda esperanza”.
Por razón de su fe en las promesas (Rm 4,18-25) y de su confianza en la fidelidad
de Dios, que garantizará la fidelidad del hombre (1Tes 5,24; 1Cor 1,9).
El
cumplimiento de las promesas en Jesucristo (1Co 1,20) tiene un papel
fundamental en la reflexión de Pablo. La gloria esperada es una realidad actual (2Co 3,18-4,6), aunque invisible (2Co 4,18; Rm 8,24s). Un bautizado está ya
resucitado (Rm 6,1-7; Col 3,1).
Cuando
su muerte parece próxima, espera el premio –como
un atleta- (Flp 3,14) que coronará su esfuerzo (2Tim 4,6ss). Pero sabe
que su recompensa es Cristo mismo (Flp 3,8). Su esperanza es ante todo la de
estar con él, “personal” (Flp 1,23; 2Cor 5,8).
La
esperanza como actitud del cristiano. (1Tes 2,19; “Pues ¿cuál es nuestra esperanza, nuestra alegría y la razón de que nos
sintamos orgullosos? ¡Vosotros mismos lo seréis cuando regrese nuestro Señor
Jesucristo!).
1Te 5,8: nosotros, que pertenecemos al día, vivíamos
sobriamente, armados con la coraza de la fe y del amor y con el casco protector
de la esperanza de la salvación
1Te
5,1-2: En cuanto al momento y las circunstancias, no necesitáis, hermanos, que
os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá como un ladrón en
plena noche
En el Apocalipsis. La esperanza del cristiano, triunfar hasta la venida del «universo
nuevo», que realizará definitivamente las profecías del AT (Ap 21-22). Al final del libro promete el esposo: "Mi
retorno está próximo” Y la esposa le responde: “¡Ven, Señor nuestro!” (Ap 22,20). Esta llamada reproduce una
oración aramea de la Iglesia de los primeros días: Marana tha! (1Co 16,22).
Enrique Grau
No hay comentarios:
Publicar un comentario