¡Hola amigos! Cada primer viernes de mes, de 8 a 9 de la noche, nos reunimos
un grupo de fieles interesados en profundizar en el conocimiento de la Biblia.
Al principio fuimos
invitados a formar un grupo de Animación Bíblica. La idea nos sedujo porque siempre nos había
atraído el mensaje bíblico, sin embargo nos quedaba oculto al leer de forma
literal el texto.
Javier Velasco, maestro,
animador y guía del grupo, nos señala cada mes un texto. Empezamos con el Génesis (una maravilla de
modernidad), seguimos con el Éxodo, continuamos con el profeta Amós, y ahora estamos descubriendo la
belleza del texto de Isaías.
Nuestro grupo es
heterogéneo, desde un doctor en teología, un exseminarista, un economista,
matrimonios, viudas y solteras... todos participamos comentando lo que no sugiere el texto. La Palabra de Dios cae cual
fértil semilla, o como lluvia fina sobre nuestro espíritu. Es un don que nos aprovecha a todos y esa es
su grandeza, no importa tener o no un elevado nivel intelectual.
Para conseguir este objetivo
analizamos el texto de la siguiente manera:
1. Lectura de un salmo, escogido cada mes
por una persona diferente.
2. Comentario al salmo entre todos.
3. Lectura literal del texto bíblico, en
general no comprendemos gran cosa.
4. Javier lo encuadra en un marco
histórico y nos explica que ocurría en los tiempos en que se escribió el
texto. Así ya sabemos si es babilónico,
de la época del rey David, si es el primer, el segundo o el tercer Isaías, a
que tribu pertenecía el profeta Amós, etc. Eso es importante porque la
sabiduría de una época fluye entre las palabras del texto y se capta mejor hoy
al recrear el ambiente histórico.
5. Nos fijamos en los personajes que
intervienen en el texto. Vamos identificando
quien pronuncia las palabras, los verbos que usa, que acción ejercita, cómo lo
hace. Ahí empezamos a descubrir facetas
iluminadoras del mensaje bíblico. Es
fascinante descubrirlas. En este punto
la ayuda de Javier Velasco es importante.
6. Releemos los nombres de cosas y lugares
desconocidos para nosotros y Javier nos enseña el significado que tenían en su
tiempo a fin de desvelar la verdad del mensaje. Lo que para el hombre de hoy
parecen palabras encriptadas, al explicar su significado vemos que hablan de
Dios, del templo, del exilio, de dioses paganos, del amor de Dios a los
hombres, de la infidelidad del pueblo, de la reconciliación, etc. La luz
va surgiendo del texto que en un principio nos había dejado
indiferentes.
7. Es estimulante descubrir en algunos
párrafos el anuncio de la llegada de Cristo.
En los Evangelios se citan estos párrafos, escritos cientos de años
antes de Cristo y coinciden en lo que enseñó y vivió Jesús.
8. Al final todos participamos en una
conclusión.
Un ejemplo de la enseñanza
de la lectura del profeta Amós: anunció el castigo de los que se enriquecían
ilícitamente subiendo precios, mermando el peso, y abusando de los pobres, cargándoles con extenuantes jornadas de trabajo a bajo salario, creaban
conflictos internos o externos para iniciar guerras destructoras, y se excedían
en la lujuria, en la gula y otros vicios.
Amós hablaba en nombre de Dios y ni los sacerdotes, ni los reyes le
hacían caso, al contrario lo querían mandar al exilio. El castigo anunciado llegó y el territorio
fue invadido por extranjeros que codiciaban la riqueza del país y destruyeron
la cultura establecida.
Si extrapolamos estas
conductas a hoy en día constatamos que la humanidad repite una y otra vez estos
episodios, con consiguientes crisis sociales.
El mismo mensaje de Amós lo anuncian hoy en día otros emisarios, incluso
anónimos, a los que nadie hace caso hasta que llegan las devastadoras
consecuencias. De ahí la actualidad del
mensaje profético de Amós.
Descubrimos que la Palabra
es como un prisma que refleja, en todo tipo de circunstancias, el amor de Dios a su pueblo. Un amor que primero monopolizaron los
hebreos, después los cristianos, pero leyendo bien el mensaje es universal,
dirigido a todos los hombres, de cualquier raza.
Animo a todos los que nos
leéis a entrar en un grupo. Es
formidable.
Rosa M. Bayo y Joan Ribas
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