Muchas veces se presenta la animación bíblica como
la tarea de animar la Biblia. Permitidme que la sola idea me produzca una
sonrisa no exenta de algo de ironía. ¿Pero es que alguien piensa realmente que
la Biblia esta “desanimada” o que es poco dinámica y necesita de alguien como
yo, como nosotros, para animarla o dinamizarla? ¡Claro que no! Cuando hablamos
de Animación Bíblica y de animadores bíblicos, hablamos de cristianos que se
dejan animar por la Biblia y que colaboran en que la Biblia anime toda la
pastoral. Es
decir que es la Biblia la que anima. Parece fácil de aceptar y lógico de
entender si en lugar de “Biblia” decimos “Palabra de Dios”. O sea, que es la Palabra
de Dios la que me anima, la que nos anima y la que debe animar toda nuestra
pastoral.
Pero ¡mira que es fácil decirlo! Pero… ¿y qué
podemos hacer en nuestras comunidades parroquiales para que eso, que suena tan
bien, sea posible?
Quisiera compartir con vosotros el cómo se
puede empezar a colaborar en que la Biblia anime nuestra comunidad parroquial.
Alguno podría pensar que lo primero que hay
que hacer es que la parroquia ofrezca catequesis, charlas o conferencias,
bíblicas. Y, desde luego, hay que hacerlo. A eso le dedicaremos la segunda
parte del articulo. Pero, tan importante como ello, y por lo que yo quisiera
empezar, es por redescubrir el que la Palabra de Dios tiene ya en nuestras
comunidades una presencia imprescindible de la que no siempre somos
conscientes.
La Palabra de Dios está presente en todos los
sacramentos de la Iglesia. La predicación en los Bautismos, Matrimonios y, por
supuesto, Eucaristías debe acentuarla y remarcarla de tal manera que el primer
animador bíblico de la comunidad parroquial debe ser el sacerdote. Pero no sólo
él. La animación bíblica debe llegar a la formación de los lectores. Hay textos
bíblicos a los que solo se les puede dar sentido con una buena lectura que
requiere algo de conocimiento bíblico. La preparación de lectores, por tanto,
requiere algo más que saber leer.
Podríamos hablar también, por extensión, de las
moniciones anteriores a las lecturas. Se sabe que los hay firmes defensores de
ellas y también convencidos detractores de ellas. No es este el espacio para su
defensa. Pero sí para apuntar que si se decide apostar por ellas han de cumplir
su misión. No se trata de resumir lo que las lecturas nos van a decir. Tampoco
de componer una relectura de la Palabra. ¡Dios nos libre! Ni tampoco deben
servir como una posibilidad de colar, como quien no quiere la cosa, tres
homilías “por el precio” de una. Lo que sí requieren es un buen conocimiento de
la Palabra para confeccionarlas. Y, cómo no, también una cierta intuición de
quienes y cómo son los receptores de esas moniciones. Y, al igual que las
lecturas, también necesitan lectores (monitores) que den sentido a lo leído. Es
por ello que parece lógico que tales monitores, al igual que los lectores, se
formen en la Palabra de Dios.
Junto a los sacramentos, también en nuestras
parroquias tenemos otros momentos en que la Palabra de Dios debe animar a
nuestra comunidad. De una manera especial, pienso en la oración. Qué pocas
veces pensamos, por ejemplo, en que el Rosario que se reza diariamente en
muchas de nuestras parroquias es también una oración bíblica. Sí, ¿o acaso no
es Palabra de Dios el Padrenuestro, o gran parte del Avemaría? ¿O no lo son,
también, los misterios que se contemplan? Tan solo con hacer una buena lectura
de los textos del Evangelio, que nutren y dan sentido al Rosario, ya estaríamos
contribuyendo a una buena presencia de la Palabra en un acto diario de la
parroquia.
Por supuesto que la animación bíblica requiere
también una oferta de Lectura Orante de la Palabra, la Lectio Divina.
Será semanal o será mensual… Será del texto del evangelio dominical o lo será
de un libro bíblico que hayamos escogido… ¡pero será! Al principio la oferta puede ser de lo más
sencilla. De lo que se trata es de orar con la Palabra. Por tanto no requiere
de animadores bíblicos experimentados. Más bien de lo que estamos hablando es de
qué el animador bíblico vaya creciendo a la vez que va creciendo la comunidad.
Me permito añadir una experiencia personal muy
concreta. Desde hace años ofrezco a mi parroquia la sencilla elaboración de
unos exámenes de conciencia bíblicos para las celebraciones penitenciales de
adviento y cuaresma. Desde entonces nos han iluminado exámenes de conciencia
basados en la figura de nuestra Madre María, en las actitudes de la Sagrada
Familia, con los pasajes del Hijo Pródigo o de El Buen Samaritano, con las
preguntas que Jesús formula en el Evangelio, con fragmentos de la Carta de San
Pablo a los Romanos… Es, simplemente, otra manera de que la Palabra de Dios, la
Biblia, anime toda nuestra pastoral.
Quique Fernández
La importancia de la crítica a la cristología de san Pablo, radica en que nos aporta los elementos de juicio necesarios para darnos cuenta __de la omisión capital que cometió Pablo en sus epístolas al mutilar la naturaleza humana de Cristo; privando a la humanidad del testimonio inobjetable de que es posible alcanzar la trascendencia humana practicando las virtudes opuestas a nuestros defectos hasta adquirir el perfil de humanidad perfecta patente en Cristo __y de la urgente necesidad de formular un cristianismo laico enmarcado en la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, a fin de afrontar con éxito los retos y amenazas del Islam, el judaísmo, las corrientes de la nueva Era y la modernidad. http://es.scribd.com/doc/73578720/CRITICA-A-LA-CRISTOLOGIA-DE-SAN-PABLO
ResponderEliminarRodolfo, creo que te equivocas en tu visión de la cristología de Pablo.
ResponderEliminarPablo hablará, con mucha frecuencia, de Jesús muerto y resucitado, de sus palabras, de su misión, de su anonadamiento, etc. Y todo eso corresponde a su humanidad.